La revista Zendalibros.com tiene una sección titulada “Aprende a escribir con…” que firma Álvaro Colomer y en la que retrata los modos, maneras, manías y secretos confesables que tienen diferentes autores del panorama patrio a la hora de afrontar el folio en blanco.

El pasado 27 de mayo, la sección estaba dedicada a Montero Glez y comenzaba así:
“Montero Glez escribe en cuadernos cosidos a hilo porque el salitre corroe las espirales con las que fabrican los del otro tipo. Es lo que tiene vivir frente al mar: que puedes buscar la inspiración en el estallido de las olas contra los diques, pero que has de ser cauto con los objetos de metal que metes en la mochila.
Cada mañana, y en verdad también cada tarde, Roberto Montero González, que es como verdaderamente se llama el autor objeto de este artículo, se adentra descalzo en las playas de Cádiz y echa a andar por la orilla hasta que el cuerpo le pide que pare. Es paseando que a este hombre se le ocurren las cosas y, a medida que avanza por el litoral, el ciudadano Roberto Montero González se va transformando en el escritor Montero Glez, llegando un momento en que las ideas le oprimen tanto el cerebro que no le queda otra que sentarse en la arena, sacar un cuaderno de esos que cosen con hilo y ponerse a escribir”.
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